Un acto de observación hecho desde mi ventana durante el confinamiento por la coyuntura generada por el COVID-19, nos presenta una reflexión sobre la necesidad de proteger los cuerpos de agua que atraviesan la ciudad. Esta es la paradoja de un río que hay que lavar, que fue enterrado por salud y desarrollo urbano pero que hoy en día el pedacito que hay al aire es la salvación de tantas personas. Busco además de hacer una reflexión sobre el agua, una sobre las diferencias tan abismales entre los que estamos afrontando esta pandemia. Lo que para algunos es encerrarse en la comodidad del hogar, para otros, un reto diario de vida o muerte. De esta manera nos hace pensar acerca de la necesidad imperiosa de una sociedad más equitativa. Sueño con una Bogotá donde estén recuperados todos sus ríos y quebradas, que tengan su curso natural y que además sostengan un ecosistema para disfrute de todos.